Época: Barroco5
Inicio: Año 1600
Fin: Año 1700

Antecedente:
El arte en Francia durante el siglo XVII
Siguientes:
Iglesias con plantas centralizadas

(C) Jesús Cantera Montenegro



Comentario

En este siglo tuvo un gran auge la construcción de edificios religiosos por la especial situación histórica que se vivió. Triunfante, la Contrarreforma se apoderó de toda la Europa católica; un gran fervor dio lugar al nacimiento de nuevas órdenes religiosas, que en el caso de Francia son de tanta importancia y trascendencia como las de la Visitación fundada por San Francisco de Sales y Santa Juana de Chantal, o la de las Hijas de la Caridad por San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac. También en Francia y como muestra del ansia de un mayor fervor, aunque llevado a un extremado rigorismo, tuvo un fuerte arraigo el movimiento jansenista, que dominó buena parte del siglo y tuvo importantes consecuencias en la política.Todo ello hizo que durante este período se construyeran numerosas iglesias parroquiales y, mucho más aún, conventos. A este respecto fue especialmente importante el papel de las órdenes religiosas con miembros arquitectos, como ocurrió de una manera especialmente señalada con la Compañía de Jesús. Así, en los edificios de esta Orden se desarrolló una tipología muy unificada que procedía de Roma, donde se habían formado arquitectónicamente los religiosos constructores. En este sentido para Francia fue trascendental el jesuita padre Martellange (1568-1641), que permaneció en Roma entre 1590 y 1604 y que, al regreso a su patria, estuvo encargado de vigilar todas las construcciones que allí hizo la Compañía, continuando tras él esta labor el padre Turmel.Esto determina que durante este período se aprecie una tendencia por parte de la arquitectura religiosa francesa hacia las formas romanas, aunque no obstante se percibe también una reacción de tipo galicano que hace que se empleen elementos propios de la tradición gótica, en realidad nunca abandonada del todo en el arte francés.Esto se manifiesta, por ejemplo, en la tendencia a la verticalidad, como queda patente en las fachadas, que suelen estructurarse en tres pisos frente a los dos de Italia o en las cúpulas, que son más esbeltas que las italianas. Igualmente se conservan arbotantes y son muy frecuentes los casos en que bóvedas de ojivas descargan en pilastras, como ocurre en la capilla del antiguo colegio de la Compañía en Rouen, hoy Lycée Corneille que, construida entre 1702 y 1704, presenta bóvedas góticas sobre pilastras corintias; y esto es también una muestra bien clara de cómo en Francia incluso los jesuitas se vuelven goticistas cuando construyen en las provincias, inmersas de una manera más fuerte en la tradición.Por otra parte, también hay que señalar cómo para hacer más visibles las cúpulas desde el exterior de los edificios, se aprecia en Francia un progresivo paso de la planta de tipo basilical a la centralizada, para así acercar la cúpula a la fachada y facilitar su visión.Fue durante el reinado de Enrique IV y la regencia de María de Médicis cuando se produjo la transición de las formas renacentistas hacia las propias del siglo XVII francés, como se puede apreciar, por ejemplo, en la fachada de la iglesia de Saint-Etienne-du-Mont de París, levantada entre 1610 y 1626 ante una iglesia gótica. El hecho de que la iglesia fuese gótica propició en la fachada un extraño conjunto de sabor aún manierista, en el que se combinó un lenguaje gótico con otro clasicista, como se puede observar en la disposición de tres frontones superpuestos que dan una nota clásica, aunque el superior tenga más bien la apariencia de un gablete. Pero en realidad tanta superposición está motivada por la gran altura de la fachada, que por otra parte venía determinada por la que ya de por sí tenía el edificio gótico.Un paso adelante se dio en la iglesia de Saint-Gervais-Saint-Protais de París, donde Salomon de Brosse proyectó la primera fachada clásica de la ciudad; ésta fue levantada por Clément Métezeau entre 1616 y 1621 y, como en el caso anterior, ante un edificio gótico.La principal novedad estuvo en la solución dada por de Brosse, en la que inventó la versión francesa de fachada romana de la época. Para ello no hizo sino utilizar como eje centralizador el elemento que era el más característico de las fachadas de los châteaux ya desde la época renacentista. Consistía éste en un frontispicio en resalte compuesto mediante la superposición de tres órdenes formados por parejas de columnas que flanquean un vano en cada piso. A esta estructura no tuvo más que añadirle un frontón triangular sobre la puerta principal y otro curvo en el remate y disponer unas calles laterales más bajas para componer una fachada a la romana. Pero eso sí, lo mismo que en los château fueron tres los pisos en lugar de los dos con que solían componerse aquellas fachadas, pues aunque en la iglesia de Saint-Gervais estuviera el condicionante de ser gótica, la verdad es que el gusto por la verticalidad estaba implícito en la estética francesa.La iglesia de Saint-Paul-Saint-Louis, que es la del Colegio de la Compañía de Jesús en París, fue construida por los padres de la Orden François Dérand y Etienne Martellange entre los años 1627 y 1641 según el esquema de las iglesias romanas. En ella levantaron una fachada diseñada según el esquema de Saint-Gervais y también compuesta con tres pisos, pues la iglesia para adaptarse a los gustos franceses se hizo con gran altura. Sin embargo, la verdadera gran novedad del edificio, que era la cúpula sobre el crucero, quedó oculta desde el exterior por la altura de la fachada y por lo retranqueada que quedaba con respecto a ésta, defecto que, como ya se ha señalado, irá siendo corregido en las iglesias posteriores.Esta evolución se aprecia ya en la iglesia de la Sorbona, levantada por Jacques Lemercier entre 1635 y 1642 por encargo del cardenal Richelieu, quien ya con anterioridad, siendo director del Colegio, se había encargado entre 1626 y 1629 de la reconstrucción del edificio que se encontraba en un estado lamentable.La obra muestra por otra parte esa extraña simbiosis propia de Lemercier, que, como ha señalado Blunt, consiste en dos rasgos que nunca llegó a fusionar perfectamente; por un lado, el estilo corriente en la Francia de principios del siglo XVII y por otro, el lenguaje que aprendió durante su estancia en Roma entre los años 1607 y 1614.Tiene la iglesia una única nave dispuesta sobre su eje principal y otra transversal a ella de menor tamaño, con lo que se conforma un crucero sobre el que se eleva una cúpula; se completa la planta con unas capillas rectangulares situadas en los ángulos entre las naves. Este diseño parece derivar directamente del de la iglesia de San Carlo ai Catinari de Roma, trazada por Rosato Rosati y comenzada en 1612, cuando Lemercier estaba en Roma. Pero dentro de las semejanzas entre estas dos iglesias, es especialmente significativa la que existe entre las cúpulas; así, el tambor de la Sorbona, compuesto por medio de pilastras agrupadas entre las que se abren vanos, resulta extraña a los esquemas corrientes en la Roma del momento, pero no así a la de San Carlo ai Catinari, terminada de construir en 1620.Esta fecha resulta, además, significativa puesto que es seis años posterior a la marcha de Lemercier de Roma, lo que ha hecho suponer a Blunt que el arquitecto francés hubiera tenido acceso directo al taller de Rosati, lo que haría de éste su maestro. De esta forma habría sido el vehículo para la entrada en Francia del lenguaje arquitectónico imperante justo antes del florecimiento del barroco, y que era el que empleaban Rosati y otros seguidores de Giacomo della Porta, los cuales, siguiendo el estilo clasicista inaugurado por éste, se resistieron al de Maderno hacia el barroco.En otro sentido, la iglesia de la Sorbona, por las características de la institución a la que pertenece, posee dos fachadas, una hacia la calle y otra hacia el patio principal del Colegio. La primera sigue el esquema general de las iglesias romanas de la época, en este caso incluso con sólo dos órdenes superpuestos y volutas para unir el cuerpo superior con el inferior, esquema que también empleó Lemercier en las iglesias de Rueil y Richelieu. Según Blunt, este sistema es el utilizado por Giacomo della Porta en Santa Maria dei Monti, también visible en la articulación de los muros con pilastras, aunque en la Sorbona empleara columnas en el piso inferior; igualmente señala como una posible influencia de della Porta la alternancia de intercolumnios anchos en los que abrió puertas y ventanas, con otros estrechos en los que dispuso nichos.La fachada al patio responde a un esquema muy diferente cuya procedencia no aparece perfectamente clara. Para realzar la majestad de la iglesia desde el patio del Colegio, elevó la portada con una escalinata y la dispuso como un pórtico clásico, hexástilo y de columnas corintias que soportan un frontón con el escudo del cardenal en el tímpano. Al mismo tiempo, resulta importante el que desde este patio se podía observar mejor la cúpula por la mayor cercanía de ésta a la fachada dada la cortedad del brazo del crucero, mientras que desde la fachada a la calle, la mayor longitud de la nave todavía impedía una correcta visión.Durante el reinado de Luis XIII se construyeron numerosas iglesias parroquiales y conventuales de las que una buena parte ha desaparecido. En ellas, como rasgo característico de tipo general puede señalarse la tendencia al empleo de una planta de tipo centralizado.